miércoles, 12 de marzo de 2008

ENTREVISTA A MURIEL MIRANDA DEL COLECTIVO MALEZA







Está entrevista se realizó en Mayo del 2007, en la Estación Mapocho. El colectivo Maleza se encuentra actualmente trabajando en su nuevo proyecto de teatroanimación El Pelicano de August Strindberg, dirigido por Muriel Miranda. Próximo estreno julio 2008.


Entrevista a Muriel Miranda:


Por Carolina Vergara Espinoza.



El espacio escénico puede convertirse en un espacio multidisciplinario que te puede sorprender”




Después de terminar la última temporada de “Maleza”, la directora y actriz Muriel Miranda acaba de ganar un Fondart 2007 para llevar a escena “El pelicano”. Además está trabajando nuevamente con Hugo Covarrubias en el cortometraje: “El almohadón de plumas” que se estrena el 5 de octubre.



La joven actriz y directora, Muriel Miranda, 26 años, egresada de la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile, ha realizado numerosos montajes entre los que destacan: “El circulo de tiza caucasiano”, “La Sangre”, “Cuatrojosos”, “De cómo Don Alonso Quijano o Quijada se vuelve un caballero andante, entre otros. El año pasado llevó a escena su proyecto más personal: “Maleza” un trabajo que mezcla la actuación y la animación en técnica stop motion y que acaba de terminar su quinta temporada.


Muriel siente que en este momento se está convirtiendo más en diseñadora que en directora, ya que ha agudizado sus sentidos en relación al diseño, la imagen, los colores y la composición espacial. Sus ojos grandes y expresivos transmiten la pasión que siente por su oficio. Le gusta trabajar la temática de los cuentos, pero no de una forma infantil, al contrario le gusta rescatar lo terrible y cruel. Quiere explorar lo visual en el teatro y de ésta forma llegar a todo tipo de público y romper esa muralla del espectador de teatro que está vinculado a él o es crítico.



¿Cómo surge el proyecto “Maleza”?


Este proyecto comenzó hace cuatro años junto con María José Siebald. La idea inicial era hacer una fotonovela. Lo más débil de ese trabajo era la historia, así que le mostramos nuestro ejercicio a Karen Bauer que escribió cinco páginas de un texto y fijo ciertas situaciones. Después, en el trabajo de mesa armamos un hilo conductor. Un cuento terrible de una niña que está encerrada y su mamá la maltrata. Junto a María José hicimos un proyecto y nos fuimos a Italia y ella se quedó un año allá. Al regreso me encontré con Hugo Covarrubias, que me dijo: “porque no hacemos está historia en monos animados”, para hacerlo más audiovisual. Comenzó a crecer la dramaturgia y empezó a gestarse el stop motition versus teatro. Como necesitaba a una actriz, llamé a Paula Aros que era una compañera de la escuela de teatro, ella contribuyó como escritora y terminamos la historia. Postulamos por segunda vez al Fondart, lo ganamos y pudimos realizarlo.


La crítica de teatro señaló que lo más débil de “Maleza” era la dramaturgia, ¿Qué reflexión surge en relación a este tema?


Yo creo que lo más débil es la dramaturgia. Pero voy a hacer una pequeña defensa, ya que me interesa decir que para mi la dramaturgia no era lo más importante. Pienso que las críticas siempre se centran en que todo tiene que ser perfecto. Para mí el lado de búsqueda fue lograr un espectáculo visual. El título de este montaje señalaba que era un cuento y las personas cuando leen uno no esperan que tengan una estructura dramática. Queríamos contar un cuento y nada más. No éramos más ambiciosas en ese sentido.



Con éxito han terminado la quinta y última temporada de “Maleza”, ¿Qué sientes al finalizar este proceso?


No nos esperábamos la buena recepción del público. Nos demoramos un año y medio en hacer “Maleza”, ya ganándonos el Fondart, tanto tiempo dentro de este proyecto que sientes que pierdes la objetividad. Actuaba y dirigía, era más difícil ver realmente como era. Antes del estreno, estaba muy asustada, pensando que era lo más feo del mundo. Cuando tuvimos la primera presentación al público, los alumnos que vieron el ensayo general salieron alucinados, diciendo que nunca habían visto algo así en el teatro y nos sorprendió. No entendíamos como a las personas se les quedaban tanto las imágenes. De alguna forma han salido las cinco temporadas que hicimos de “Maleza”, así que logramos hacer un año de funciones.



¿De dónde surge el interés de estudiar teatro?


Surge de niña, de ver películas no del teatro propiamente tal, aunque fui harto antes de entrar a estudiar. Me encantaban las películas antiguas, en blanco y negro, como por ejemplo: “Lo que el viento se llevo”. Cuando chica vi todas las películas de Hitchcock, entonces pienso que me cautivo lo dramático, el terror, la cinematografía antigua y las divas del cine. De ahí surgen esas ganas de ser actriz. Me gustaba esa noción de vivir en un mundo ficticio, cuando chica en el verano montaba unas teleseries que duraban dos meses con todos mis primos. Entonces a ellos les daba los personajes, sus libretos, eran como cinco personajes, pero yo nunca era el protagónico. Me gustaba construir historias, hacer que otros actuaran cosas que a mi me gustaba representar.


¿Cómo fue el proceso de ser estudiante en la escuela de teatro de la Universidad de Chile?


Mi experiencia como alumna fue súper piola, fui más intérprete que creadora. En mi último año de escuela comencé a interesarme por dirigir. A los 17 años entré a estudiar teatro. Nunca hice un taller de teatro en el colegio. Cuando quedé en la prueba especial sentí que todo me había llegado por milagro y el primer año me sentía como si estuviera infiltrada. Pienso que era un poquito tímida, me daba vergüenza expresarme, me guardaba muchas opiniones por el temor de sentirme intelectualmente ignorante.

La escuela de teatro de la Universidad de Chile, de alguna forma te obliga a ser un actor muy inteligente, te plantean inconscientemente eso y te obligan a ser una persona que tiene que dirigir, escribir y opinar de todo. Pienso que mi proceso fue más lento.


¿Cuáles son tus referentes a la hora de comenzar un proceso creativo?


Mis referentes son las películas del cine. A lo mejor mi inquietud es acercar el teatro al cine. Me gusta pensar que las dos cosas pueden ser juntas, no una más importante que la otra. Que el espacio escénico puede convertirse en un espacio multidisciplinario que te puede sorprender. Me gustan las cosas un poco sórdidas, como las películas de terror o japonesas.


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